El yo queda perdido entre el trajín y el estres de los días hechos para vivir, para poder vivir. Y se asusta, se encuentra en algún sitio en el que cerraron la puerta y sólo se palpa la oscuridad; para qué abrir la jaula si en unas horas habremos de volverlo a guardar...
Sólo a veces, y curiosamente en el preciso extremo de la cuestión, con pasión me sirvo a ambas vidas, como tocar el piano a dos manos, fluyen con fuerza circunstancias amotinadas en perfectos puzzles sin hueco que separe, las casualidades y los andares sucediéndose con perfecta compenetración.. otro sueño que se vivió en un instante, y eterniza esperanza..
10.6.10
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