4.3.12

A: Augusto López Riaño. Cuando te conocí y revolviste tu maleta en mis oídos

El ojo viaja gratis en su butaca de primera fila.
Una china en el zapato, en el mismo acto, disfruta el privilegio del viajero y se empapa totalmente en el verbo sin que por ello llegue nunca a enriquecerse de por sí … pero sí intuir que se es
un paso sin retrato,
  mundo,
sorber reductos vividos por otros o tatuarse en los huesos los modos y las formas...

¿Quién endiosa la sorpresa, el artificio?, ¿quién pixela para darnos de comer con los palillos el sonido de los ríos de manera puntillista?
¿Quien descifra el color resultante de la sensibilidad y lo que se es capaz de ver, al mirar sin censura?
Y clava los vértices para recrearse en polígonos, para re-dimensionar el espacio que creímos parcelado pero corre desnudo, traduce  el absurdo dándole forma, y ridiculiza la lógica que pende de un trozo de historia mal ubicado.

Necio o majadero para escupir diarréico sus verdades fogosas
cristaliza los sueños empapados de leche y  piedras preciosas
escurre el agua sobre la sombra del sexo de los agujeros negros mientras se convierte en semental de idas y venidas, de trayectos chorreándose sobre mapas extendidos en el camino comestible, en el encuentro con el extremo, sin que el injerto en el otro cuaje o se disocie, que acomode pasajeros para que cada vez, más ligero, se sienta el abismo subiendo... 
y gira el tenedor para chupar por el otro lado mientras te brinda el honor, mientras se chupa los dedos, soberbio, risueño de hambre, de hombre, de todo, codo con codo,  loco de cuerdas..

Un lecho para esos viajes, para que se ensarten las diagonales y la geometría delire en anales impresos en bocas y besos, como huracanes quietos dentro de los ojos, como el pensamiento que devora la retina, como las ideas en pirueta purista con salto al vacío,
con el ánimo de un niño,
con la sorna del chiste serio y circunscrito
al total que se alcance
con el pan que se calce

el pie que prosigue.

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