24.5.13

Las ciencias, los estudios

de la edad moderna, aburrida de sí misma, simplista hasta el desastre, abre jaulas para pájaros donde nadie se mancha las manos preparando al alfarero.

Se destripan las ideas que se hubieran generado.
Son herramientas o calzadores metiendo en cajones aquello que se pierden los herederos del circuito-línea-directa...
La materia contada con los dientes, memorizada, pasando fugaz sin rozar la capa externa de la conciencia, sin inmanencias de esas que con un alto somos niños ensimismados retrasando la lección. Ese segundo meditado que abarca lo que quiere..

Quitarle piezas a la carretera para acortar el camino, leer los libros escritos que han leído lo estudiado, no haberse equivocado interpretando un "do" que sostenga la excepción de aquella regla tan torcida, seguir la guía, la tendencia, el estado, la orientación, lo primario, los cimientos cimentando, obcecarnos en incongruencias, perder el control, la sujeción de esas reglas sin recta atemorizadas de la libertad jugosa de las curvas sinuosas de un humano auténtico, ¿el otro 90%?

Todos los lugares que ocupan el conocimiento y que éste a su vez ocupa, la diferencia entre la memoria con sus doctrinas y la conciencia  huérfana y desatendida, lo cultural tan parcheado que los sietes se han ganado al poblador...
La solidez del método y su máscara, el miedo instituido hacia el fundamentalismo del instinto, estructuras de cartón piedra que luego niegan los que adiestran con ejemplos del desgarro a la razón.
Porque el razonamiento es el flirteo con lo otro, no un tapa-poros para calificar monoteístas, no es un adorno para pistas sin peralte, no es esmalte para uñas o florituras en exámenes, es la inmanencia que peca de lenta, de cerca, sarna que pica y llama, la trampa, la posible catástrofe, el desorden del big-bang.y su empresa demoledora..
Hay que guarrearse en el naufragio, encontrar el método personalizado, los consejos que columpien, el codo del desagüe, la inocencia, la insolencia del desconocimiento a las puertas de uno mismo, tan humana, la salida con dos puertas, puertas-puente, extremos pendientes el uno del otro...
Y siempre, después de leer, lavarse con las razones de lo que no tuvo turno ni palabra, ordenarlas, despedazarlas, y acunarlas con una duda de humilde milenio..

18.5.13

Es esa manía que tengo de encontrarle un sentido, de que cada palabra tenga sus sitio en el empedrado y valga de paso el pisarla o ponerla

17.5.13


El condicional, verbo abierto, sin prejuicios ni yermos principios, con la pregunta que experimenta antes de tener la certeza, que contiene la rareza de asentir a la vez que desea y admite y señala la brecha por la que caben los hombres...